mayo 07, 2007

Toscolítio en Holanda - IV parte de las aventuras de Toscolítio





Toscolítio en Holanda

Nuestro amigo Toscolítio no sabe mucho de mujeres pero si de mecánica cuántica. Se fabricó una bengala y se fue nomás como las alpargatas del pichi.
Una tarde de mucho pero mucho calor Toscolítio vió que las mujeres eran de plástico y llamó a su mamá y le preguntó por los ajíes en aceite. Ella le tiró un pasado imperfecto y ahí entendió Toscolítio, el bulemún, que estaba usando el forro al revés. Cuando vio una vaca de plata lloró antes de quemarse con látex. Se le infló una idea de la tramabunda enciclopedínia al mismo precio que la guirnalda le metió su mano cuadrada y gomosa en la ortopedia, y ella le eyaculó en francés. Es que justo se había equivocado. " Los canguros no existen", entendió Toscolítio porque en la cama metió palo y palo pero se perdió la bolsa.
Se cansó de que le rompan el pasado y se fue a hablar con la canilla de plástico que es más dulce y calentita que los holandoargentinatis.
A veces pienso que Toscolitio es un pajarón.
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"Ni mira ni mona ni lisa"
Marcelo Meza – 9-4-07 Derechos reservados

Liniers - Macanudo











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Darse cuenta - (De las aventuras de Toscolítio)

















Darse Cuenta

Una mañana fui corriendo a contarle un sueño a Toscolítio, ¡Toscolítio, Toscolítio, Toscolítio! ¿Dónde te metiste, Bulemún? Y ahí vi su medio piecito. Estaba tirado debajo de la cómoda con una media de la abuela en la cabeza. Quise hablarle mermelada de zapallo porque sé lo sensible que es cuando se pierde o le sucede alguna travesura, en especial cuando las medias. Tenía su cara dura de miedo maternal. Le limpié las lagañas y lo abracé fuerte y despacio. ¡Toscolítio mío, como te quiero! ¡Seremos amigos para siempre! Pero mi huesudo amigo esta callado, con un silencio de ángel que me dio miedo. Miré bien su media panza y noté que estaba herido. Enseguida revolví el botiquín de mamá y le puse mertiolate, me pidió que le soplara. Nos quedamos en silencio un rato largo. Me agarró el dedo gordo con fuerza, nunca lo había visto así a mi amigo Toscolítio. Unos días después supe el porqué de su dolor. Sufría porque había escuchado en la tele que los muñecos no tienen vida y esa fue la primera vez que se dio cuenta quién era yo.
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Arte: Sandra Arteaga Armenteros Arteaga
"Unica y córnea"
Marcelo Meza – 21-4- 07 - Derechos reservados