agosto 19, 2012

La pelicana y el androide - Luis Alberto Spinetta



 La pelícana y el androide

Una pelícana
con su ala partida
se echó a volar
y se perdió en la tempestad
y fue hacia la tierra
donde habita el androide ah

y esta magra tierra
que es siempre la nada
o la necesidad
no la dejó volver atrás
y nadie supuso que amaría
que amaría...

la calcomanía de todos los días se les quedó
y pronto tuvieron un amor
y procrearon varias aves androides
y en este espacio tan veloz
se busca vanamente
toda la vida
y ya no hay esmeraldas
y es que al beber de una piel
comprendió que era androide oh

miles de tormentas
asolaron las comarcas
nos quedamos viendo en la ventana
aquel amor que fue tan fuerte

ave de indochina
perdida en la niebla de alta mar
ya no te alejes de tu amor
aunque ya sepas que él solo es
que él solo es
un androide
ah

marzo 20, 2012

Hasta Morirla - Oliverio Girondo (1954)


Hasta Morirla
de Oliverio Girondo



Lo palpable lo mórbido
el conco fondo ardido los tanturbios
las tensas sondas hondas los reflujos las ondas de la carne
y sus pistilos núbiles contráctiles
y sus anexos nidos
los languiformes férvidos subsobornos innúmeros del tacto
su mosto azul desnudo
cada veta
cada vena del sueño del eco de la sangre
las somnilocuas noches del alto croar celeste que nos animabisman el soliloquio vértigo
cuanto adhiere sin costas al fluir el pulso al rojo cosmogozo
y sus vaciados rostros
y sus cauces
hasta morder la tierra
lo ignoto noto combo el ver del ser lo ososo los impactos del pasmo de más cuerda
cualquier estar en llaga
los dones dados donde se internieblan las órbitas los sorbos de la euforia
cualquier velar velado con atento esqueleto que se piensa
la estéril lela estela
el microazar del germen del móvil del encuentro
los entonces ya prófugos
la busca en sí gratuita
los mititos
hasta ingerir la tierra
todo modo poroso
el pozo lato solo del foso inmerso adentro
la sed de sed sectaria los finitos abrazos
toda boca
lo tanto
el amor terco a todo
el amormor pleamante en colmo brote totem de amor de amor
la lacra
amor gorgóneo médium olavecabracobra deliquio erecto entero
que ulululululula y arpeialibaraña el ego soplo centro
hasta exhalar la tierra
con sus astroides trinos sus especies y multillamas lenguas y excrecreencias
sus buzos lazo lares de complejos incestos entre huesos corrientes sin desagües
sus convecinos muertos de memoria
su luz de mies desnuda
sus axilas de siesta
y su giro hondo lodo no menos menos que otros afines cogirantes
hasta el destete enteco
hasta el destente neutro
hasta morirla 
 
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Oliverio Girondo (1891-1967) En la masmédula, 1954.
(Nota de M. M. : Nótece la ausencia de signos de puntuación en esta etapa póstuma.)

El Flaco - Por Marcelo Meza




El Flaco


Me dicen las hojas que van al viento que el Duende, el Mago de esta música argenta cósmica se ha ido.  Y promete que se quedará o se irá, según se le antoje al alma sensible del flaco, que es un Luis y que también es un Spinetta. Adónde se va me importa poco, espero, sí, que no haya olvidado el banderín del River Plate de sus amores, ni el mate amargo, a toda velocidad en la nave del capitán Beto. ¿Y a quién le cuento esta tristeza nueva?
¿A quién le lloro este dolor blando y duro a la vez? Que se complota con rabia y risa y lágrimas, porque lo amamos tanto como a un amigo hermanado, como a un maestro papá elegido de grande, maestro de guardapolvo blanco que nos indica la vida por entre las piernas de la poesía.
¿Y qué será de mí, de mis oscuridades musicales, de mis sombras perplejas que no asoman a tus séptimas atómicas?
Yo que fui y soy el alumnito del fondo, que te descubrió tarde, en mi vejez de los trece años... Yo, de la vergüenza de luchar contra todo mi cuerpo por verte, porque siempre temí la sospecha de que el día que te viera iba a desaparecer el mundo conocido o despertar de esta vida de magia tuya contagiada en las travesuras que me permitís con tu folclore fantástico y tierno. Yo, él de la sensible envidia jugosa, de no haberte visto nunca de cerca, me perdí. Entonces se me antoja esta envidia elástica a todos tus seguidores de plata. El Negro lo sabía por eso se adelantó. Sí,  el Negro Jorgito Alali, sí, el poeta, que te amaba tanto o más que nosotros, y cuando digo nosotros me refiero a Ricardo Alali, Vampirí; y a Jorge Rodríguez, el Chueco. Cada uno te alegra lágrimas de flores, porque nos iluminaste para siempre y no nos pediste más que ser nosotros mismos.
¿A quién le canto esta baguala líquida, si ya no escuchan más que fósiles moribundos?

¿Estoy solo en este dolor, en esta ausencia? Porque mi hambre poético viseral y mi sed de amor a tu música y al idioma que se hace lenguaje no cesa, no en este tiempo de brumas y silencios temibles. ¿Adónde voy a encajar ahora? ¿En qué planeta?
Me abuenaste Luis Alberto de la luz. Me creciste un surrealismo capaz de atormentar mis más enajenadas miserias.
Gracias a vos comí la poesía del abrazo y del amor que nos iguala.
Dicen las hojas o el viento sur una canción para los días de la vida que se nutre un poquito de nuestra nostalgia, que nuestros aprendizajes  te hacen sonreír una vez más con tu gorda sonrisa de niño pilusón.
Gracias por decirme estos misterios populares,  por haber estado presente desde antes de toda conciencia  mía, conviviendo en el corazón, que me estoy yendo en la tristeza del amor, silbando pa' dentro tu color y tu manera de sentir la vida en tu acorde invisible y  perfecto.

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Marcelo Meza - Con cariño - 9 de febrero de 2012